«Con Fernando Fernán-Gómez comentaba Amparo hace poco ese miedo que pesa
también sobre el actor veterano. Ese cosquilleo que "te entra por aquí", como dice ella llevándose la mano al
esternón, cuando el actor oye la palabra "acción". "Yo soy como Fernando", añade,
"soy actriz de tripas, no de
métodos. Lo llamo así porque me sale, porque soy muy espontánea. No soy de las
que necesita correr para luego parecer que está muy emocionada o acordarme de
mis muertos para ponerme a llorar".»
(Amparo SOLER LEAL; Madrid, 23 de agosto de 1933 - Barcelona, 25 de octubre de 2013.
Párrafo de
la entrevista titulada “Amparo Soler Leal” realizada
por Gabriela CAÑAS para El País,
13-8-1986.)
La realidad es, con demasiada frecuencia y
para demasiados seres humanos, sombría y triste... Así que es muy de agradecer
que haya mujeres (y hombres) capaces de incorporarse a grupos corales para
despertarnos una risa cómplice o una sonora carcajada, a la vez que pueden
soportar sobre sus espaldas y en sus ademanes toda la carga dramática de las tragedias de la vida... Así lo hacía
Amparo Soler Leal con una naturalidad
pasmosa nos envolvía más alla de cualquier fácil intento de provocar empatía en las miradas con
respecto al personaje representado...
Incorporada desde finales de la década de
los cuarenta del pasado siglo a la compañía del Teatro María Guerrero, encuentra el éxito en las tablas con el
impulso de Luís Escobar, pero, cansada de la feroz exigencia de los escenarios (aunque
no los abandonaría totalmente hasta 1970, con Viaje en un trapecio de Jaime
Salom, y los recuperaría al final de su carrera con una versión de La Celestina de Fernando
de Rojas, 1995; Salvajes de José Luís Alonso de Santos, 1997; y Al menos
no es Navidad de Carles Alberola, 2005) debutará
en el cine en 1952 (Puebla de las mujeres de Antonio del Amo) para
encontrar una
popularidad creciente a partir de 1961 (Usted puede ser un asesino de José
María Forqué) y, plena ya de registros y capacidad para encontrarse con las masas
populares o los públicos más selectos, convertirse en una auténtica actriz de culto a las órdenes de cineastas
como Luís García Berlanga (Plácido, 1961; Tamaño natural, 1974; La
escopeta nacional, 1977: Patrimonio nacional, 1980; Nacional
III, 1982; La vaquilla, 1984; Todos a la cárcel, 1993; y París
Tombuctú, 1999), Fernando Palacios (Vuelve San Valentín y La
gran
familia, 1962), José María Forn (La barca sin pescador,
1964), Pedro Olea (El bosque del lobo, 1971), Luís Buñuel (El discreto encanto de la burguesía,
1972), Jaime de Armiñán (Los amores del Capitán Brando, 1973;
y Jó,
papá, 1975), Antonio Giménez Rico (Retrato de familia, 1976), Pilar Miró
(El
crimen de Cuenca y Gary Cooper que estás en los cielos,
1980), Jaime Chávarri (Bearn o La sala de las muñecas, 1982;
y Las
bicicletas son para el verano, 1983) y hasta Pedro Almodóvar (¿Qué
he hecho yo para merecer esto?, 1984).
Amparo Soler Leal, pese a todo, nunca fue nominada a ningún Goya, aunque sí recibió tres Fotogramas de Plata, por La gran familia, Bearn o La sala de las muñecas y el de honor a Toda una vida en 2003), papeles de protagonista principal que también fueron reconocidos por el Círculo de Escritores Cinematográficos de España (además ede considerarla la Mejor Actriz de Reparto por Jó, papá), mientras la Asociación de Críticos
del Espectáculo de Nueva York premiaba su interpretación en El crimen de Cuenca... Pero ya no actuará más, su mutis es definitivo... Así que su
ejemplo debería prender en las nuevas generaciones de actrices (y actores)
para, por mucho que lo desprecie el actual Ministro de Economía, ayudarnos a
repensar la vida dramatizando sus absurdos... Y, ¿por qué no?, a reírnos, de
vez en cuando, de ellos. Mientras actuamos en el gran teatro del mundo.
Nacho
Fernández del Castro, 25 de Octubre de 2013
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