
El
Centro Municipal Integrado de El Llano (c/ Río de Oro, 37- Gijón), en
este mes de Abril-2017
(Miércoles, día 19, a las 19 horas) da continuidad a la Programación del Primer Semestre 2017 de su Cine-Forum “Imágenes para Pensar”,
una propuesta mensual de audiovisuales (desde películas de ficción a
documentales, pasando por reportajes televisivos) relacionados con los temas
que se desarrollan en el Foro Filosófico
Popular “Pensando Aquí y Ahora” correspondiente, y que habrán de servir tanto para ilustrar y animar el debate de
los participantes en éste como para desbordar la experiencia subjetiva de
tantas personas cinéfilas dispuestas a contrastarla en un fructífero diálogo…
En esta ocasión, se proyectará la película
Jugando en los campos del Señor
(Estados
Unidos- Brasil, 1991) de Héctor
Eduardo BABENCO (Mar del Plata, Buenos Aires, Argentina, 7 de Febrero de 1946-
São Paulo, Brasil, 13 de Julio de 2016)...


Áspero drama civilizatorio realizado con afán de superproducción (gran reparto de
relumbrón, grandes escenarios, gran metraje) At Play in the Fields of the Lord
aborda (adaptando la novela homónima de Peter Mathiessen, publicada en 1965, a través del guión del
gran colaborador de Luís Buñuel, Jean-Claude Carrière, y
el propio director) cuestiones que, a lo largo de la historia, han provocado
millones de muertos y destrucción de miles de culturas: el colonialismo material y espiritual que trata de imponer formas de vida y apoderarse de la naturaleza… La película
se desarrolla en una Amazonía (rodada en la venezolana) tan mágica como oscura,
casi secreta y llena de verdades
divergentes de la realidad oficial. En ella, personas con motivaciones y
expectativas muy diversas “juegan a ser como pequeños dioses imponiendo su voluntad en los campos del Señor”, idea siempre presente, desde el mismo
título, y que explicita Lewis Moon/ Tom Berenger cuando le preguntan por su
ubicación mientras sobrevuela el paisaje donde todo transcurre. En
cualquier caso, la película, digámoslo ya, ha sido injustamente preterida,
porque, renunciando a todo amaño u oropel, con un desarrollo lineal bajo un
color sin gran brillo para facilitar una distancia irónica (cercana al cinismo
en ocasiones) totalmente ajena a cualquier licencia visual, nos va desgranando
lo peor del ser humano para incomodar nuestra mirada. Y lo hace durante mucho
tiempo (más de tres horas) a partir de un buen guión lleno de diálogos ágiles y
afilados, bien servidos por correctísimas intérpretaciones apoyadas por el
eficaz trabajo de Babenco tras la cámara para envolverlo todo con la irrenunciable
música de Zbigniew Preisner (que ya contribuyera a hacer
grande a Krzysztof Kieślowski) y en la fotografía, adecuadísima a las
intenciones del mensaje, de Lauro Escorel… Cierto es que el gran metraje, junto
a ciertos problemas de estructuración narrativa, derivará alguna discontinuidad en el ritmo, o que la ambición
de abarcar temas tan enormes como el colonialismo capitalista, la religión, el
choque de culturas, el desprecio de la naturaleza, etc. a ciertos ardides para ahorrar
desarrollo a la trama, pero la valentía y honestidad del grito contra las
intervenciones en medios naturales y culturales de quienes, erigiéndose en
salvadores (casi siempre para ocultar su verdadera condición de conquistadores),
arremeten contra paisajes y paisanajes bien lo compensa.
La
relativa desconsideración con la que fue recibida (aceptable respuesta en
taquilla con tibia recepción crítica) supuso algún reconocimiento como el Premio
LAFCA 1991, de la Asociación
de Críticos de Cine de Los Ángeles, a la Mejor Música (Zbigniew
Preisner); o las nominaciones
al Premio USC Scripter 1992 al Guión (Jean-Claude
Carrière, Héctor Babenco y Peter Mathiessen), de la
University of Southern California; o
al Globo de Oro 1992, de la Asociación de la
Prensa Extranjera de Hollywood (HFPA), a la
Mejor Banda Sonora Original (Zbigniew
Preisner).


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