«—¿Qué opinas de las películas con más Goyas de la
historia?.
— Mar adentro
(2005) se llevó 14 (incluyendo Mejor Película) de 15 candidaturas. No sólo
tiene una espléndida interpretación de Bardem, sino también de Lola Dueñas y
Mabel Rivera. Un tema difícil tratado con sensibilidad y con interés dramático.
¡Ay, Carmela! (1991) se hizo con 13 galardones (incluyendo Mejor
Película) de 15 nominaciones. Saura siempre es Saura. Tres actores en estado de
gracia. El descubrimiento de Pajares como actor dramático. Una visión de la Guerra Civil a través
de los ojos de unos cómicos.»
(Jesús ROBLES; Madrid, 1958
– 10 de julio de 2013; fundador y gerente
de la mítica Librería Ocho y Medio, 1995; Miembro asociado de la Academia de las Artes y
las Ciencias Cinematográficas de España, 2007. Entrevista en AUX.magazine,
53 –http://www.auxmagazine.com/pdf/auxmagazine_n53.pdf- con
motivo de la publicación de Viaje al
cine español. 25 años de Premios Goya -2011- que coordinó, Febrero-Marzo 2012.)
Podemos ser amables... Incluso debemos ser siempre
amables en la relación con una persona, un tema o un ámbito que amamos.
Jesús
Robles, que recogiera la librería de las multisalas
Alphaville (hoy Golem) para
convertirla, desde mediados de los años noventa del pasado siglo, en la mítica Librería Ocho y Medio, amaba
profundamente el cine... Por eso, junto a su compañera María Silveyro, no le
importaba meterse en aventuras editoriales y actividades promocionales diversas
llevando al límite sus fuerzas y sus recursos. Por eso era siempre amable con
cineastas, cinéfilos y todo tipo de cineadictos, gentes frikis o sesudas, incondicionales de la serie B o devotas del cine de
culto, catadoras de rarezas o degustadoras sólo de obras maestras sacralizadas...
Todo cuanto era cine tenía su hogar en Ocho
y Medio y en la mirada amiga de Jesús Robles.
Acaso
se pueda decir que, más allá de sus gustos personales, hacía pública gala de
una amplitud de criterios estéticos y técnicos que, a veces, podría
interpretarse como un postmoderno “todo
vale”... Pero no era así: simplemente el cine era su vida y su vida estaba
entregada al cine, así que empeñaba toda su bonhomía
en favorecer cualquier manifestación del llamado séptimo arte.
Uno,
capaz de pasárselo bien recuperando la
inocencia en la degustación del más pobre cine de género o dejando correr sus ideas tras los vericuetos
oscuros del cine más hermético, que
lo único que le aburre es la banalidad de la producción industrial en serie con
el único recurso del aparato técnico, hace años que no podía ir a Madrid,
aunque fuese un par de días, sin pasar un rato por Ocho y Medio.
Este
verano lo he hecho en dos ocasiones, poco antes y poco después de la muerte de Jesús
Robles, y, en ambos casos, sentí la mítica Librería como un lugar propicio para
el encuentro con las palabras del cine, con la gente del cine... Como un hogar
para quienes nos sigue apeteciendo sentirnos embrujados ante una gran pantalla.
Y
pensé lo mismo... Debemos ser más amables con cuanto amamos, con quienes
comparten con nosotros aficiones y sentimientos, expectativas y sueños, vida...
Debemos potenciar los lugares comunes, los hogares donde acoger cuantos amamos
para disfrutarlo en compañía de personas a las que, de uno u otro modo,
amamos...
Porque
sólo así tendremos el fundamento y los arrestos para enfrentarnos radicalmente
a quienes tratan de quitarnos aficiones y sueños, sentimientos y expectativas...
De borrar nuestros paisajes y echarnos de nuestros hogares... De desahuciarnos de la vida.
¡Silencio, se rueda!...
Nacho Fernández del Castro, 10 de Septiembre de 2013
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