martes, 18 de junio de 2013

En la muerte de Elías Querejeta (9-6-2013)



«—¿Cómo es que llegaste del fútbol al cine?.
—Me ha gustado el cine desde pequeño, desde que mi padre un día trajo algo escondido bajo el abrigo —era un proyector de cine Pathé Baby— pidió que le plancharan una sábana y nos puso a Charlot. Ese fue mi primer contacto con el cine. Luego estudié, jugué al fútbol, cofundé un cine-club y estuve muy integrado en los cine-clubs hasta los 23 años. Entonces dejé el fútbol y me vine a Madrid, monté una productora y me puse a hacer cine...
—Desde entonces has sido sinónimo de cine de calidad... De productor creativo, implicado en todas las etapas y los procesos de una película... ¿Cómo es, básicamente, tu fórmula de trabajo?.
—Nunca he sido un hombre de negocios, ni lo he intentado. No sé lo que es un productor creativo: creo que una persona es creativa o no lo es. Depende un poco del carácter de cada uno. Hacer cine siempre me pareció interesante y lo aprendí haciéndolo. Siempre me ha interesado todo el proceso de una película: el guión, el montaje... Empecé con los cortos y ya me interesó y seguí con ello... El primero que me enseñó algo de iluminación fue Quique Torán, y después Luis Cuadrado. ¡No son malos maestros ni mucho menos!. Y luego tuve maestros como Carlos Saura del que también aprendí... Siempre he tratado de estar relacionado con cada una de las partes que forman una película y siempre he tratado de estar cerca de su desarrollo. Sinceramente creo que si la película está bien tratada, bien trabajada, si se observa bien su crecimiento, es la propia película la que exige su necesidad, la que te pide su forma de crecimiento. Por eso siempre he tratado, cuando ha sido posible, de que las películas estén rodadas en continuidad, porque así puedes ver cómo la película nace delante de ti... Crea su propia vida. Eso es lo que he intentado siempre. Y eso es lo que me ha llevado a rodar algunas cosas de una forma un poco fuera de lo común... Como en El desencanto o Las palabras de Max: rodábamos, veíamos el montaje y decidíamos qué era lo que necesitaba la película. Y hoy en día sigo manteniendo esa manera de trabajo... Con el guión es lo mismo: trabajando rigurosamente tienes la posibilidad de hacer una primera versión, corregirla, etc.. Nunca he trabajado con un guión absolutamente cerrado. Los guiones de las películas que produzco siempre tienen ese proceso.
—Se trata de un proceso en el que el equipo ha de implicarse muchísimo con la película...
—Sí, pero tened en cuenta que trabajo con un equipo que en su núcleo fundamental se repite. Y ahora con las nuevas generaciones, aquellos con los que trabajo se integran en este método. En el montaje, con Pablo del Amo, que ya no vive, empecé a trabajar ya en los primeros cortos... Siempre he trabajado con personas con las que conjuntamente hemos intentado trabajar de una manera satisfactoria para todos. En el libro que hicieron sobre Pablo contaba una anécdota que yo nunca me había atrevido a contar pero que ahora me siento libre para hacerlo, en el montaje y en la discusión de una película cuyo título no digo, en medio de la discusión Pablo me pegó un grito: "Elías, tú no eres un montador, ¿sabes lo que eres?. Un carnicero...".»
(Elías QUEREJETA GÁRATE; Hernani, Guipúzcoa, 27 de octubre de 1934 - Madrid, 9 de junio de 2013. “Elías Querejeta. El afán del delantero ante el penalti”, Entrevista realizada por Andrés y Santiago Rubín de Celis para Kane3, nº 9, Junio 2006.)

¿Cómo no hablar de quien, voluntaria y prematuramente retirado de la práctica exitosa de un fútbol todavía entendido en el sentido gramsciano del “reino de la lealtad humana ejercida al aire libre” para sacudir la abundante caspa del cine español de los sesenta, acabó por rendir  a la parca sus casi setenta y nueve años de mala salud de hierro?. Elías Querejeta, ¿quién si no, fue un productor atípico ya en su tiempo (un verdadero outsider para estos tiempos), ajeno al negocio y absolutamente comprometido con el proceso creativo de cada película desde el guión hasta el montaje... Corresponsable de la irrupción del mejor Saura (su segunda producción -tras el debut con Noche de verano, 1962, de Jorge Grau- sería La caza, 1963, a la que seguirían Peppermint Frappé, 1967, Stress-es tres-tres, 1968, La madriguera, 1969, El jardín de las delicias, 1970, y ocho más hasta Deprisa, deprisa. 1981, y Dulces horas, 1982), de la eclosión de Víctor Erice (El espíritu de la colmena, 1973, o El sur, 1983), Ricardo Franco (Pascual Duarte, 1976), Jaime Chávarri (desde El desencanto, 1976, A un dios desconocido, 1977, y Dedicatoria, 1980), Emilio Martínez Lázaro (Las palabras de Max, 1980), Manuel Gutiérrez Aragón (Feroz, 1984), Montxo Armendáriz (desde Tasio, 1984, hasta Historias del Kronen, 1994), Fernando León de Aranoa (Familia, 1996, Barrio, 1998, y Los lunes al sol, 2002)... En los últimos años aún tuvo fuerzas para coproducir obras francesas como La cité des enfants perdus (Marc Caro y Jean-Pierre Jeunet, 1995) o Avant que j'oublie (Jacques Nolot, 2007), apoyar a jóvenes documentalistas como Javier Corcuera (La espalda del mundo, 2000, Invierno en Bagdad, 2005), Eterio Ortega Santillana (Asesinato en febrero, 2001, Noticias de una guerra, 2007) o Sergio Oksman (Goodbye, America, 2006), y acabar dirigiendo él mismo Cerca de tus ojos (2009)... Y, por supuesto, produciendo todas las películas de su hija Gracia (Una estación de paso, 1992, El último viaje de Robert Rylands, 1994, Cuando vuelvas a mi lado, 1999, Héctor, 2004, y Siete mesas de billar francés, 2007) menos la reciente 15 años y un día (2013), tres días después de cuyo estreno hizo el mutis definitivo.
Delantero de raza, al fin, buscó siempre, con el mismo afán que le permitió encontrar un gol en el viejo Atocha ante el Real Madrid de DiStefano (9 de octubre de 1955), un buen retrato cinematográfico del fútbol: lo intentó con Antonio Eceiza ya en los primeros años sesenta (con cortometrajes como A través del fútbol) y lo siguió intentando hasta finales de los años noventa con los veintidós capítulos de la serie El partido del siglo.
Pero se fue sin poder ver una gran película sobre el fútbol... Y sabiendo que su modo de producir cine, de implicarse en un proyecto hasta las últimas consecuencias sin pensar en posibilidades de negocio y riesgos, buscando siempre plasmar algo que bucease en la esencia del ser humano, estaba ya fuera de lugar y de tiempo. Para su desgracia... Y, sobre todo, la nuestra.
Nacho Fernández del Castro, 17 de Junio de 2013
 


No hay comentarios:

Publicar un comentario